Los orígenes de Persia, se remiten a varias tribus nómadas. El crecimiento cultural de Persia comenzó en el neolítico con las cerámicas de Susa y Tepe Sialk, que en la edad del bronce, alcanzaron su desarrollo. En los siglos XIII y XII a.C. en Elam se había desarrollado una civilización comparable a la de los sumerios al sur de Mesopotamia.
Los Medos y los persas fueron pueblos indoeuropeo llegados en el 600 a.C., ellos conformaron Persia a través de la conquista y fueron asimilando la cultura mesopotámica, aportando a su vez mejorías que se verían reflejadas en el arte persa.
Hablaremos del Imperio Aqueménida o Imperio Persa, nombre dado al primer y más extenso imperio de los persas, en un principio se conformaron por diversos grupos nómadas que se fueron asentando en territorios mesopotámicos.
En la época aqueménida a partir de Ciro el Grande, el arte se expresa en la escultura y la arquitectura, en grandes ciudades: Pasargardas, Susa, Persépolis.
El arte y la arquitectura persa se ven influenciadas por los griegos, especialmente la escultura, con los relieves donde hay un esmero en la proporción de los miembros humanos y en los pliegues de las túnicas.
En arquitectura los palacios se organizaban entorno a un patio cuadrado, Todo el palacio estaba decorado con relieves. Los persas construyeron tumbas como la del rey Ciro que se erigía sobre una estructura escalonada y presentaba una cubierta en dos aguas.
Se conservan fragmentos de relieves que decoran las superficies de palacios como el de Persépolis o el de Susa. Los relieves se realizaban con ladrillos vidriados en los que se representaban lanceros y arqueros que formaban parte de la guardia real, también aparecen animales fantásticos con cuerpo humano, alas de águila y patas de león, elementos relacionados con sus creencias religiosas.
En conclusión el pueblo persa estuvo asentado en las llanuras iraníes, recibieron influencia de las civilizaciones asentadas en la zona de Mesopotamia y de Grecia clásica.
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