El huracán Katrina fue el más destructivo y el que causó más víctimas mortales de la temporada de huracanes en el Atlántico de 2005.
Se trata del huracán que ha provocado más daños económicos, así como uno de los cinco huracanes más mortíferos de la historia de Estados Unidos. Asimismo, el Katrina es el sexto más intenso de todos los huracanes del Atlántico registrados. Al menos 1833 personas fallecieron debido al propio huracán o las consiguientes inundaciones, convirtiéndose en el huracán más mortífero en Estados Unidos desde el huracán San Felipe II, de 1928; la cifra total de daños materiales se estimó en un principio en 108 mil millones de dólares, casi el cuádruple que la de los desperfectos causados por el huracán Andrew en 1992.
El 23 de agosto de 2005 el huracán Katrina se formó sobre las Bahamas y cruzó el sur de Florida como un huracán de categoría 1 moderado, causando algunas muertes e inundaciones antes de fortalecerse rápidamente en el golfo de México. Tras haber alcanzado la categoría 5, la tormenta se debilitó antes de tocar tierra por segunda vez como un huracán de categoría 3 el 29 de agosto en el sudeste de Luisiana. El Katrina devastó las costas del golfo desde Florida a Texas debido a su intensificación. El mayor número de muertes se registró en Nueva Orleans, que quedó inundada porque su sistema de diques falló, colapsándose muchos de ellos varias horas después de que el huracán hubiese continuado tierra adentro. El 80% de la ciudad así como grandes superficies de parroquias colindantes quedaron anegadas, manteniéndose así durante semanas.
El huracán Katrina también tuvo un importante impacto en el medio ambiente. La marejada ciclónica derivada del mismo causó una importante erosión en las playas, devastando ciertas áreas costeras.
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