Esopo fue un escritor de fábulas (aunque no se ha podido comprobar su existencia), sin embargo, varios autores como Heródoto y Heráclides aseguran que vivió, aunque todos mencionan un periodo distinto. 

El asno y la perrita faldera

Esopo

Un granjero fue un día a sus establos a revisar sus bestias de carga: entre ellas se encontraba su asno favorito, el cual siempre estaba bien alimentado y era quien cargaba a su amo. Junto con el granjero venía también su perrita faldera, la cual bailaba a su alrededor, lamía su mano y saltaba alegremente lo mejor que podía. El granjero revisó su bolso y dio a su perrita un delicioso bocado, y se sentó a dar órdenes a sus empleados. La perrita entonces saltó al regazo de su amo y se quedó ahí, parpadeando los ojos mientras el amo le acariciaba las orejas.

El asno, celoso de ver aquello, se soltó de su jáquima y comenzó a pararse en dos patas tratando de imitar el baile de la perrita. El amo no podía aguantar la risa, y el asno, arrimándose a él, puso sus patas sobre los hombros del granjero, intentando subirse a su regazo. Los empleados del granjero corrieron inmediatamente con palos y horcas, enseñándole al asno que las toscas actuaciones no son cosa de broma.

Los celos pueden ser muy dañinos.

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