Cuenta la historia que el rey Hierón II encarga a Arquímedes, físico y matemático griego, que verifique si la corona que ha mandado fabricar es realmente de oro puro. Arquímedes se pone a pensar de qué manera puede lograr saber si la corona es de oro puro o de algún otro material o mezcla de materiales. Lo curioso de esta anécdota es que se cuenta que Arquímedes mientras se bañaba encuentra la respuesta al acertijo y sale de su tina completamente desnudo gritando ¡Eureka!, ¡Eureka!, que en el antiguo griego significa “lo encontré”. Tal algarabía se debía a que precisamente, había encontrado la forma de determinar si la corona era de oro sin fundirla o dañarla de alguna otra manera. Mientras entra a la tina nota que el nivel de agua sube y relaciona el fenómeno con una forma de encontrar el volumen de sólidos irregulares por medio del fluido desplazado. Así, al obtener la masa de la corona y su volumen podía encontrar la densidad y conocer el material de la corona. Para la ciencia, lo más importante de esta anécdota, cierta o no, es que Arquímedes determina su principio de flotación, el cual dice que todo cuerpo sumergido en un líquido experimenta un empuje vertical y hacia arriba igual al peso del fluido desalojado.
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