La incorporación de la mujer al entorno laboral extra doméstico como lo señalan algunos autores, ha creado una serie de eventos entre los hombres, algunos lo ven en forma positiva, otros experimentan sentimientos encontrados y ahí los que piensan que se va perdiendo la hombría, por ese arraigo de machismo inculcado por nuestros padres (papá) en relación que el hombre es que siempre debe mandar, yo creo que esos tiempos ya cambiaron, y es necesario que exista un equilibrio entre las fuerzas masculinas y femeninas, en un sentido práctico tanto la mujer como el hombre somos considerados como seres humanos, con las mismas capacidades de razonamiento, lo único que nos hace diferentes es una razón biológica, ya que la mujer tiene ese atributo innegable de concebir, es decir, de ser madre. Actualmente en varios rubros la mujer se ha hecho presente con la misma fuerza e intensidad que puede presentar un hombre, ciertamente hablar de los derechos de las mujeres ha sido un tema polémico entre algunos hombres, las razones puede ser ese arraigo machista que traemos desde tiempos inmemorables y que de alguna forma nuestro inconsciente nos  hace ver a la mujer como un ser delicado o débil, que carece de fuerza espiritual para afrontar alguna situación, que nació para ser ama de casa y atender al esposo y a sus hijos, incluso se llego a pensar en inculcar en ellas mismas el “para que estudiar si me van a mantener”; lo cierto es que los tiempos no se detienen como los deseos de la mujeres de progresar en la vida profesional y ese manifiesto cada vez va  creciendo más, es por ello que nuestras leyes poco a poco se han ido modificando en este entorno, que debemos comprender que en aras de la justicia es justo y necesario reconocer a las mujeres como seres con todas las habilidades, capaces de progresar en vida y lo mejor apoyar mutuamente para lograr una mejor forma de vida en comunión y en armonía con los hombres.

shutterstock_117035881Los millones de mujeres presentes en las actividades productivas demandan una serie de derechos que les permitan realizar sus tareas en el puesto de trabajo y a la vez tener las condiciones para que sus responsabilidades familiares no sean una carga adicional y exclusiva de ellas.      Las demandas de las trabajadoras han puesto en la agenda política la necesidad de configurar una nueva visión de las relaciones entre hombres y mujeres, de reconocer y valorar el trabajo de las mujeres y su aporte al desarrollo del país, de romper los moldes tradicionales basados en la discriminación, de reconocer a las mujeres por su humanidad y dignidad, y fundamentalmente reconocer las diferencias derivadas no solamente por el sexo, sino por las profundas desigualdades sociales.

Las trabajadoras han venido asumiendo su papel como actoras políticas demandando y colocando sus nuevos derechos en la disputa por la igualdad social, política, sexual y laboral.

El gran capital requiere de la fuerza y el control del cuerpo de las mujeres, por eso en su conservadurismo les niega el reconocimiento pleno de sus derechos, porque éstos atentan contra el sistema eco-nómico y patriarcal.

Estas prácticas ponen en evidencia su posición sobre el papel de las mujeres en la sociedad. Un ejemplo muy claro es el despido a las trabajadoras por embarazase o la exigencia del examen de no gravidez, pero al momento de reivindicar en las normas los derechos reproductivos entendidos como el derecho a decidir el espaciamiento y número de hijos e hijas, ponen a funcionar el andamiaje de sus instituciones y representantes para evitar la satisfacción de las demandas de las mujeres y negar el ejercicio de su autonomía.

Colocar los nuevos derechos de las trabajadoras como resultado de la relación capital-trabajo-familia tiene como objetivo fijar en el centro del debate de una nueva reforma laboral, el reconocimiento de los profundos cambios que en el mundo del trabajo se han desatado a raíz de la inserción de las mujeres.

Los nuevos derechos están conceptualizados desde la dimensión transversal de la igualdad como la única forma de restituir a las trabajadoras su condición de ciudadanas. Para ello es preciso considerar:

  • La igualdad de oportunidades y de trato: políticas para garantizar la igualdad en el acceso al empleo, a la formación y promoción profesional y las condiciones de trabajo.
  • La no discriminación por razones de sexo, estado civil, etnia, discapacidad, o situación migratoria que elimine la discriminación de manera directa e indirecta.
  • Las acciones afirmativas: medidas temporales que permitan alcanzar una efectiva igualdad.
  • Los derechos reproductivos: medidas que garanticen la libertad de las mujeres para decidir sobre sus cuerpos, el número y el espaciamiento de sus hijos e hijas, sin perder el empleo y las prestaciones sociales.
  • El fuero materno: para garantizar el derecho al trabajo y el acceso a los permisos paternos y maternos, como medida de protección contra la discriminación.
  • Las responsabilidades familiares: el reparto equitativo que permita armonizar las responsabilidades en la vida laboral y privada entre hombres y mujeres.
  • La violencia laboral y el hostigamiento sexual: políticas de las empresas y los sindicatos para proteger a las trabajadoras del abuso de poder, y la protección ante la denuncia.

Como ya lo vimos anteriormente la mujer demanda una serie derechos que le permitan integrarse a la vida productiva, principalmente establecen entre sus peticiones la no discriminación, un alto al acoso sexual y al hostigamiento laboral en relación con el embarazo. Como lo hemos visto en la Constitución y en la propia ley del trabajo, los derechos de las mujeres ya se encuentran establecidos, pero tristemente en la práctica no son aplicados en plenitud, las razones son varias, ya que el empresario o empleador establecen internamente una serie de condiciones para poder contratar a una mujer en su plantilla laboral, si observamos el panorama en la contratación entre un hombre y una mujer, podemos ver varios actos diferentes en la contratación de los mismos, no obstante se trate del mismo puesto, para empezar al hombre le pedirían sus documentos básicos, como lo pueden ser por citar algún ejemplo, su comprobante de domicilio, credencial de elector, alta de IMSS, etcétera, pero en cambio en la mujer, además de la misma documentación, se le pide el examen de no-gravidez, es decir aquel que determina si la mujer está o no embarazada, eso independientemente del salario que se le puede ofrecer tanto al hombre como a la mujer; si la mujer resulta que está embarazada por criterio del patrón o empleador se le niega la contratación, ahogando en ella la posibilidad de integrarse a la vida productiva, creo solo en algunos caso excepcionales se ha logrado abatir esta práctica, pero en forma “discreta” o en “secreto a voces” se sigue realizando. En esta parte debemos hacer valer los derechos que ya están establecidos en nuestra propia ley y hacer que el legislador promulga nuevas leyes o reforme las ya existentes en favor de las mujeres, para que ello logre una verdadera equidad, que se ponga en manifiesto en la vida laboral.

Disponible en:

http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/6/2505/14.pdf   Recuperado en 12/04/2016

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